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Quinto Día de la Novena a la Virgen Milagrosa

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Oración Inicial

A tus plantas acudimos, Santa Virgen María, pues tú eres la madre de Jesús y, por su amorosa voluntad, también la nuestra:

Cuando estamos alegres y cuando estamos tristes, ante ti venimos, Madre, pues tú reanimas nuestra alegría y eres el paño de nuestras lágrimas.

Con gozo llevamos tu santa medalla como hijos que guardan cerca de su corazón el retrato de su Inmaculada Madre. ¡Gracias por habernos regalado esta imagen tuya! Y, gracias, Virgen María, porque te ocupas tanto de nosotros y vienes a visitarnos. Tú sabes cómo estamos de necesitados en nuestras familias, y en nuestra injusta y violenta sociedad y en las comunidades de la Iglesia, en las que tanto necesitamos parecernos más a ti.

Señora y Madre Nuestra, como en Caná, pídele a tu Hijo Jesucristo por nosotros, pues nuestra fe está reseca y miedosa, nuestro amor es débil y nuestra esperanza se siente nublada de dudas y de externas asechanzas. Pídele por los niños, pídele por los jóvenes, pídele por los matrimonios, pídele por los sacerdotes y por las personas consagradas, pídele por nuestros mayores, pídele por los enfermos, pídele mucho por los pobres. Todos te necesitamos, Madre.

Y, de tu mano, llévanos a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Amen.

Lectura del Texto Bíblico: Juan 19, 25-27

Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.» Luego dice al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.» Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa.

Palabra de Dios.

Oración Acordaos

Oración Final del quinto día de la Novena a la Virgen de la Medalla Milagrosa.

Como los discípulos y discípulas de Jesús se reunieron en oración contigo, Virgen María, así nosotros lo estamos haciendo en este día. Reanímanos en el empeño de parecernos a ti y de caminar de tu mano en el seguimiento de nuestro Señor Jesucristo.

Virgen Milagrosa, Madre Nuestra, ruega por nosotros para que seamos fieles en los tiempos fáciles y en los difíciles, cuando estamos pacificados y cuando estamos en tentación. (Ave María…).

Ruega por nosotros para que vivamos y conozcamos mejor nuestra fe católica y demos en todas partes, con nuestra palabra y forma de vivir, valeroso testimonio de ella (Ave María…).

Ruega por nosotros, para que como tú, Virgen María, que serviste y ayudaste a Isabel cuando te necesitaba, así nosotros sirvamos a los pobres y a las personas que nos necesitan (Ave María…).

En los tiempos de santa Catalina, como en los actuales, la fe católica era estorbada y menospreciada, pero tú, Madre Nuestra, viniste a fortalecer a tus hijas y a tus hijos y les obtuviste conversiones y curaciones como señales del amor que Dios nos tiene.

Padre Nuestro.

Gracias, Virgen María, por tu visita, gracias por tu Medalla y por los prodigios que sigues realizando. Continúa repartiéndolos, Madre Inmaculada, las luces y el amor de tu Hijo Jesucristo. Pídele para nosotros el vino nuevo del Reino, la gracia de recibirlo y el tesón en compartirlo con los demás. Amen.